"Se sentó en el suelo y poco a poco fue tumbándose hasta sentir el olor de tierra mojada, mezclando sus dedos entre las hojas caídas fruto del placentero otoño. Su cuerpo levitaba ante el estupor de los árboles, y sus ojos empezaron a cerrarse a la misma vez que los rayos del sol invadían su mente, inscritos en la retina del destino. Telarañas comenzaron a envolver sus piernas, aprisionándolas entre raices, penetrando la tierra y floreciendo de vida. Cuando se levantó, no pudo ver más que la silueta de su alma impregnando el fértil bosque..."
- Noelia -