9 de febrero de 2006


Son en días como estos,
en los que la persona en la que has depositado toda tu confianza
y has vaciado tu corazón durante 4 meses te abandona,
son precisamente los días en los que más abres los ojos.
Días en los que te gustaría cogerte un pedo histórico
y gritar a los cuatro vientos que al orgullo en persona
se lo ha tirado la simplicidad personificada.
Días en los que te pondrías a llorar hasta inundar la casa,
en los que te tirarías en mitad de la calle y empezarías a patalear
sin importarte que los demás te vieran,
que más da, total, si ya has permitido que te utilizaran lo suficiente.
Pero en estos días,
una pequeña lucecita de cordura asoma por tu mente
y te dice: ¿recuerdas? estoy aquí
y aún tienes que aprender la enseñanza...
¡la enseñanza! esa maldita enseñanza
que conoces desde el principio
pero que niegas a aceptar una y mil veces
para permitirte el lujo de vivir en tu mundo de rosas y ensueños...
Esa bendita enseñanza que me dice:
"levanta la cabeza y sufre con orgullo,
has sido lo suficientemente humilde para permitir
que alguien viviese momentos "felices" a tu costa,
ahora te toca recobrar esa dignidad y aplicar la docencia,
quíere."


P.D: Y yo, señores, aunque esté arrastrándome como un perro por las calles durante un mes, voy a empezar a quererme a partir de hoy...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo que no mata, te hace mas fuerte...
Ahora sabes algo muy importante, que ya sabias pero querias ignorar, y es la vocecita que te habla dentro de tu cabeza, hablandote de la realidad...
Como ya sabes, todavia estamos haciendo el rodaje, asique aun nos quedan muchos kilometros...