Villa Magna

Se abrió la puerta y un cielo de estrellas iluminó el paso hasta la entrada del hotel. Piernas enfundadas en pantalones oscuros estrechos hasta el tobillo, elevado por un fino tacón que se aferraba al asfalto con seguridad, caminaban con paso firme, alzándose ante cada uno de los escalones y acompañadas por tres jóvenes con gabardinas de algodón en tonos grises. Puertas de cristal se abrieron a su paso, salvaguardándola del helor de la noche. “Buenas noches señorita”. Mármoles de tonos pasteles junto a una arquitectura neoclásica del siglo XVIII la rodearon en el hall del recinto, envolviéndola en un entorno de sutileza y elegancia. Las once y cuarto. Se sentó en el sofá de terciopelo azul, sintiendo el suave roce en su descubierta espalda. Paseó la mirada por todo el hotel y los transeúntes que deambulaban por él, portadores de largos abrigos de visón, corbatas de seda y vertiginosos tacones manolos blahnik. Las puertas del Hyatt volvieron a abrirse y apareció él, acogiéndola con un fuerte abrazo y una sonrisa apacible. Muebles forrados en madera de estilo francés se distribuían a lo largo de toda la habitación, donde un piano blanco de cola hacía honor a la estancia, compuesta por una cama inmaculada cubierta de pétalos de rosa. Al fondo, grandes ventanales ofrecían una vista iluminada de la Castellana, reflejando el brillo de una noche palacial...

- Noelia -