Reconciliación Divina

Querido, Queridísimo y Amado Cupido:

Tú, esencia divina y fuente de todo amor comercial o no, Dios de los enamorados y los empresarios, creador de las mejores rosas rojas y de las fortunas de los floristas. A ti va dirigida hoy mi atención, pues como debido es, para así honrarte o esclarecerte mis intenciones en tu día. Permíteme tutearte, “amigo”, pero creo que después de esta carta dirigida a tu presencia, la cual espero que sea inteligible, tendremos varias cosas que debernos. Bueno, permíteme la descortesía de informar a los lectores que en realidad el único que debe cosas al otro eres tú, desde aquel novio del instituto que me lo quitaste dos días antes de San Valentín hasta el último que me pusiste delante y al cual empezaba a cogerle “gustillo”, si me permiten la expresión.

Se que mi dedicación hacia ti puede parecer un tanto hipócrita, pero tras largos años de análisis profundos (siempre un día antes del 14 de Febrero puesto que ese mismo día lo pasaba llorando) he llegado a la conclusión de que yo valgo más que tú, soy más guapa que tú y enamoro mucho más que tú. Todo eso sin necesidad de flechas ni de alas (y tampoco de hombres). No te lo tomes a mal, querido Cupido, porque este año he decidido hacer las paces contigo y te perdonaré por adelantado que no hayas interpuesto en mi camino un acompañante al menos para pasar este día, porque ya me tengo a mí misma y al Corte Inglés. No intento recriminarte nada, aunque si encuentras esta carta un tanto irónica será cierto que lo es así, pero he llegado a comprender que un 14 de Febrero no se trata de un ramo de rosas rojas o de unos bombones acompañados de un te quiero, ni de querubines en pañales colgados del techo de las tiendas, ni de citas románticas. Para mi un 14 de Febrero se repite todas aquellas veces en las que alguien consigue hacerme vibrar por dentro, recordándome en ese mismo instante que soy importante, una princesa. Son historias en las que una nota en la puerta de casa te conduce a una aventura a lo largo de la ciudad, recorriendo pistas para finalmente encontrarte una simple flor entre unas manos que pertenecen a la persona que en dicho momento te verifica que es el amor de tu vida. O historias en las que aparece un cartero, o un sol radiante.

Pero esas cosas tú no las ofreces, seamos realistas, porque sabes que no. De todas formas, Cupido, debes saber que mi rencor va disminuyendo día a día. Comprendo que a ti tampoco debe gustarte demasiado tu trabajo, pero debes entender que hay gente que aún cree en ti en mitad de la nada. Y que algunos albergamos la esperanza de tener una vida llena de 14 de Febreros...

Feliz día de los Enamorados.

- Noelia -